jueves, 8 de diciembre de 2011

TEORÍAS ALTERNATIVAS A LA TEORÍA DEL CAPITAL HUMANO

En particular, una corriente que se enfrenta a la teoría neoclásica del capital
humano, cuestiona la asociación positiva postulada por ésta entre educación y
productividad. El argumento central es que no sería el capital acumulado a través de la educación sino las habilidades y las instituciones las que realmente explicarían la distribución en los ingresos. Estas teorías sostienen que la relación entre educación e ingresos está mediada por las condiciones reinantes en el mercado de trabajo, por lo cuál se hace imprescindible analizar su estructura para comprender los resultados de la educación.
Siguiendo a Sahota (1978), es posible distinguir dos vertientes entre estas teorías
críticas: por un lado, aquellas versiones que atacan principalmente a los desarrollos en torno a la escolarización; por el otro, aquellas que enfatizan el lado de la demanda y enfocan el tema del entrenamiento en el trabajo más que la educación formal.
En la primera vertiente encontramos la llamada hipótesis del credencialismo, o del
procedimiento oculto de selección, cuyos principales exponentes son M. Spence (1972) y K. Arrow (1973). La tesis principal de estos autores es que la educación no tiene como fin el capacitar o socializar a los individuos, no expande la productividad laboral. Su función es simplemente permitirle al empleador “filtrar” o identificar a los individuos con máshabilidad, diferenciándolos por su inversión de tiempo y recursos en educación. Ambos caracterizan a la decisión de un empleador al contratar trabajo como una inversión en un contexto de incertidumbre. Como no puede conocer a priori la productividad marginal del trabajador, basa su decisión en una serie de características observables, que le permite construir un perfil para cada postulante. A partir de su experiencia previa en el mercado, asigna probabilidades de productividad condicionales a las distintas combinaciones de atributos personales de los postulantes. Se supone que cada individuo tiene una productividad predeterminada, y para que la señalización sea efectiva, los costos de invertir en ella deben estar negativamente correlacionados con esta productividad. Así,individuos menos productivos tendrán costos mayores para mejorar sus señales, y esto es lo que permitirá al empleador identificarlos. El nivel educativo, entonces, funciona principalmente para solucionar un problema de información. Desde el punto de vista
individual, sin embargo, la educación sí es productiva ya que permite acceder a salarios más altos. Se supone que los individuos “invertirán en señalización” para maximizar la diferencia entre los salarios esperados y los costos (los cuales incluyen costos monetarios y psíquicos). En este esquema, es posible la existencia de equilibrios múltiples, de sobreinversión en educación, y de equilibrios ineficientes en el sentido de Pareto, a pesar de que todos los individuos actúen de forma racional. Las diferencias en señalización y en niveles salariales, resultan de la estructura de información del mercado. Al existir externalidades en el modelo, algunos grupos pueden encontrarse en desventaja, e incluso caer en una trampa de bajo equilibrio.
Adicionalmente, una fuerte crítica a la Teoría del Capital Humano proviene de
autores como Bowles y Gintis (1975), quienes desde una perspectiva marxista cuestionan los fundamentos mismos de la teoría. Sostienen que su mayor deficiencia es la ignorancia de la “clase” como concepto económico central, y consecuentemente,del
elemento clave de los sistemas capitalistas: el dominio del capital sobre el trabajo. Una adecuada teoría de los recursos humanos debería comprender tanto una teoría de la producción como una teoría de la reproducción social. Para esto, es imposible sostener una abstracción de las relaciones sociales en el proceso de producción y de adquisición de conocimientos y habilidades. No puede omitirse el rol que juega el sistema educativo en la legitimación de las desigualdades económicas. Así, consideran que la teoría neoclásica no ofrece un marco analítico adecuado para comprender a este sistema y al nivel de escolarización alcanzado por la población.
Dentro de la segunda vertiente de la corriente que se opone a la Teoría del Capital
Humano, se encuentran las teorías de la segmentación del mercado laboral. El ensayo
de Thurow (1972) plantea que en un mercado de trabajo en el que existe exceso de oferta y los salarios son inflexibles a la baja, los empleadores clasifican a los trabajadores en función de ciertas características, entre las cuales se destaca el nivel educativo. En este sentido, la educación no necesariamente garantiza el acceso a un puesto bien remunerado, pero en un contexto competitivo, permite posicionarse en la “fila” de trabajadores de forma más ventajosa. Así, habrá puestos fijos de trabajo que se distribuyen según el nivel educativo de los postulantes, siendo la mayor escolarización representativa para el empleador de un menor costo de entrenamiento. En resumen, la educación no permite reducir el desequilibrio en el mercado de trabajo, sino que es sólo un mecanismo de racionamiento y un instrumento para competir. Es factible, como consecuencia, que se observe el fenómeno de sobreeducación, dado que los empleadores van elevando los requisitos para los puestos disponibles a medida que el desempleo persiste.
En una línea de pensamiento similar, Gordon, Edwards y Reich (1982)desarrollaron el modelo de la segmentación. En este esquema, el mercado de trabajo no es un todo unificado, sino que está compuesto por diferentes segmentos a los que acceden los trabajadores según características personales como la clase, sexo, raza y educación. Los salarios pagados en cada segmento no son un reflejo de la productividad marginal del trabajo, sino más bien de las estrategias de los empresarios con poder de mercado. Si bien la educación es un determinante importante de la distribución de los trabajadores entre los segmentos, no es el único. Otros factores pueden implicar que un alto nivel educativo no se corresponda con mayores salarios.

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